miércoles, 3 de marzo de 2010
LNB - Entrevista a Facundo Campazo
“Este es Campazzo ¿no? Nos hace llorar de alegría. Es un proyecto de lo mejor que hay acá. Bah, qué proyecto, es una realidad”. El señor, canoso, de anteojos y camisa, se retiraba del bar que está en la esquina de la sede de Peñarol y lo reconoció. Interrumpió la nota, lo felicitó y siguió su camino. Es uno de los tantos que en algún momento, al verlo jugar, debe haber pensado algo así como “qué fenómeno este pibe”. Facundo Campazzo es un fenómeno. Tiene 18 años pero juega como un veterano. Maneja los hilos, reta a los mayores. Fue protagonista excluyente en dos de los siete clásicos ganados y también en la final de la Liga de las Américas ganada hace poco frente a Halcones de Xalapa.
Explotó rápidamente. Pasó de jugar pocos minutos a ser clave en un partido de cuartos de final de la temporada pasada ante Boca en “La Bombonerita”. Se ganó su protagonismo y se destacó. En la campaña actual, desplazó del lugar de base suplente a Raimundo Legaria y sus pergaminos. Jugando es un fenómeno. Una cosa extraordinaria o sorprendente, una persona sobresaliente en su línea, como explica el diccionario. Y a la hora del trato con la gente, el periodismo, los compañeros, los hinchas y quien sea, también. No se la cree. Se ríe tímidamente cuando el “Profe” Carlos García autoriza al fotógrafo a tomarle algunas imágenes mientras realiza su rutina en el gimnasio del club. O cuando su amigo Leonardo Cañete lo sostiene. También bromea con Sebastián Vega y Alejo Sánchez.
Nació en Córdoba y a los 5 años ya jugaba en Municipal. “Siempre me peleaba con mi mejor amigo. El era mejor jugador. Esa fue la mejor época. Te divertías y no sabías si ibas a poder vivir del básquet”, cuenta Facu, que siempre admiró a Marcelo Milanesio y fue un privilegiado al poder asistir a los últimos tres partidos del gran base de Atenas, antes del retiro.
- Dijiste que en la primera etapa te divertías. Sin embargo ahora también parece que lo hacés a pesar de la presión.
- Siempre hay que jugar al básquet con una cuota de tranquilidad. No sé si decir diversión, porque por ahí estaría subestimando. Pero sí hay que disfrutar del juego. Sergio (Hernández) me dijo: No hay que divertirse, sino disfrutar.
Sus pasos siguieron en Unión Eléctrica y fue ahí cuando Peñarol lo descubrió. “Jugamos un Cuadrangular de Liga Junior con Matienzo de Córdoba, Peñarol y Ben Hur. Yo era Cadete de primer año y contra Peñarol no jugué mucho pero en los otros dos partidos sí. Ahí me vio Osvaldo (Echevarría) y me llamó y me vine”. Tenía 16 años recién cumplidos.
- ¿Por qué te sedujo la propuesta de Peñarol?
- El técnico de las Formativas (Osvaldo Echevarría) es un gran entrenador. Te forma como jugador dentro y fuera de la cancha. Eso es lo más importante. Le gusta mucho enseñar a defender y es lo que yo menos hacía en Córdoba (risas). Aparte, estaba la chance de llegar a la Liga Nacional.
Los primeros tiempos en Mar del Plata fueron complicados para el pibe. Lejos de sus afectos y con un mundo nuevo por descubrir en todo sentido, Campazzo le puso el pecho, personalidad y aguante y también recibió una mano de quienes hoy son como su familia. “Viví en un hotel y comía en la casa de Stella (NdR: Galli, una de las planilleras de Peñarol). Ella es como mi segunda mamá. El otro día hizo unos fideos con crema muy parecidos. Me hicieron acordar. Sigo comiendo ahí y también voy a veces en la casa de Daniel Sirochinsky (dirigente). Me están hospedando ahí un ´ratito´”, relata. “Al principio fue duro. Mi mamá mucho no quería, pero bueno, fue por mi futuro y el de mi familia. Me largó y me vine. Yo a los 16 dormía con mi mamá todavía (risas). Extrañaba mucho. Pero también me invitaba Osvaldo a dormir a su casa cuando estaba solo entonces no era tanto. Eso me ayudó un montón. Además, Peñarol me adoptó. Me hizo parte de la familia y me sentí mucho mejor”, se sincera.
Campazzo se hizo querer. Porque seguramente, además de ser un fenómeno en la cancha, lo es como persona. Es considerado un buen pibe. Todos lo aprecian. Eso se palpa al hablar con un dirigente que entra al club, o al ver ese señor que lo saludó en medio de la charla con El Atlántico. Y allá, al seguir el progreso de su “nene”. Al verlo en las tapas de los diarios, en la televisión, a lo lejos, la mamá se emociona, “se larga a llorar y mi hermano, que es más seco, también”, comenta Facundo, quien en las casas de sus familias adoptivas, toma jugo y Coca Cola, porque las cosas calientes no le gustan mucho. Comer, confiesa que come de todo. Al igual que a la hora de escuchar música, no tiene preferencias, aunque el cuarteto, obviamente, es la principal elección. Además, dice: “me gusta salir pero no soy de hacerlo mucho. Cuando tengo tiempo voy con mis amigos. Pero siempre moderado”.
Presente sorprendente
- A tu edad, muchos Juveniles en la Liga Nacional, ingresan con el partido liquidado, erran libres, pierden pelotas, o por ahí tiran un triple y no le pegan al aro. Obviamente, son chicos y los nervios les juegan en contra. ¿Vos cómo hacés para no equivocarte y además destacarte?
- Yo también estoy nervioso. Pero todo pasa por la confianza que me da el entrenador y mis compañeros. Eso me da un rédito. Me pueden salir las cosas bien o mal, pero siempre voy a tener el apoyo. Entonces juego tranquilo.
- Sergio Hernández, declaró que siempre jugás como si fuera la final de un Mundial. Ganando por 20, contra el último, en una final de América o en un clásico.
- Siempre trato de darle lo mejor al equipo. En cada partido como si fuera el último. Por ahí me salen bien las cosas o por ahí me salen mal. Yo dejo el 100%, rindo al máximo, trato de no perder pelotas. Eso hago para que Sergio me siga dando confianza.
- La misión de un Juvenil es no cometer errores. Pero vos das más. Manejaste al equipo en la final de América y contra Quilmes metiste dos triples claves.
- La idea es que el equipo no “baje” cuando yo entro. Tiene que mantener el mismo nivel que con “Tato” (Rodríguez) o “Ray” (Legaria). Me voy a equivocar, es obvio, pero voy a hacer lo imposible para tener minutos en cancha.
- Mencionaste a los otros bases del equipo. Son dos jugadores muy importantes, que pueden ser titulares en cualquier equipo. Entonces para vos es una obligación rendir si es que querés tener minutos.
- Tengo que seguir haciendo las cosas bien. Tengo a dos grandes jugadores adelante. Ellos me apoyan y me ayudan. Me aconsejan dentro y fuera de la cancha y eso me sirve mucho para el futuro y para la tranquilidad.
- Hablaste del apoyo de tus compañeros. En el clásico del domingo, metiste un pase “picante” para Leo Gutiérrez, que no la pudo agarrar e igual te felicitó.
- Sí. Yo en los partidos juego con el miedo a no equivocarme y eso por ahí me perjudica. Tengo miedo de dar pases difíciles. Pero Martín (Leiva) me ha dicho, y Leo también, que está bien que me equivoque en esos pases porque hay que practicarlo. Que lo haga en los entrenamientos.
- Y si llega a salir alguna vez…
- ¡Ojala!
- ¿Cómo tomás la situación de haberle ganado el puesto a Legaria?
- Creo que el que esté en cancha es igual que cualquiera. Nosotros si está “Tato” lo alentamos, si esta Raimundo lo mismo. Y cuando estoy yo ellos me alientan. Cualquiera puede jugar.
- ¿Hablás con ellos?
- De cuestiones del partido. De lo que se viene, de cómo tengo que defender a Titarelli, de cómo tengo que atacar. La jugada que tengo que hacer.
- ¿Cómo fueron las horas posteriores a la séptima victoria sobre Quilmes en la temporada?
- Se vivió buenísimo. En la cancha lo de la gente fue impresionante. Fue un duelo como en el fútbol. Nunca viví eso. Me habían dicho que el clásico era muy bueno y ahora lo estoy viviendo. Acá están todos contentos. La victoria es para la gente. Para nosotros es una final más y ya estamos pensando en lo que se viene.
- ¿Te duele todavía la “caricia” de Peralta?
- Me dolió, sí. Y me dejó sin aire. Trataba de llamar a alguien para que me ayude pero no podía hablar.
- ¿Cómo fue esa jugada?
- Lo estaba defendiendo a Titarelli y me di vuelta y me encontré con una pared.
- También una jugada recordada es la de la pelota que te roba Stukes y después le hacés una falta fuerte.
- ¡Uh sí! Me robó la pelota y me quedé re caliente. Fui y bueno…
- ¿Lo fuiste a tapar o le fuiste a pegar?
- Le fui a pegar. Pero fue una calentura del partido. Afuera somos todos amigos.
- En la final de la Liga de las Américas, contra Halcones de Xalapa, sorprendió que cierres el partido. ¿Fue el momento de más tensión desde que estás en Peñarol?
- Se podría decir que sí. Había mucho en juego y yo estaba dentro de la cancha. Trataba de no mirar a la gente ni nada, de estar metido en el partido porque si me pongo a pensar lo que se puede legar a ganar, y la emoción de todos, te juega un poco en contra. Traté de jugar tranquilo, con la mente en blanco.
- ¿Ese triunfo fue lo más lindo que te pasó hasta ahora?
- Fue impresionante. En los pocos títulos que tengo, es lo mejor. Había mucha gente.
- ¿Qué clase de jugador sos?
- Revulsivo. Que corre para todos lados. Trato de defender lo más que puedo. Tengo que mejorar muchas cosas. Sergio me dice que por momentos también tengo que ser tranquilo.
- No sos revulsivo todo el tiempo. También tenés la capacidad de parar la pelota, de manejar los tiempos, aunque seguramente lo tengas que acentuar.
- Es lo que más me cuesta. Cuándo hay que tirar, qué tiro tengo que tomar. Sergio me dice que soy un inconsciente y tiene razón. Son las cosas comunes en un chico y más de Peñarol. Me quedo tranquilo con eso porque con el paso de los años voy a madurar.
- ¿Qué cosas de las que te dijo Hernández te quedaron más marcadas?
- Creo que lo que más me sorprende es la confianza que me da en cada entrenamiento y en cada partido. Estoy muy agradecido y trato de dar lo mejor. También me dijo que trate de ser menos inconsciente.
- ¿Cuándo jugás qué es lo que más te gusta hacer?
- Pasar la pelota, tirar al aro. Defender me gusta pero cuando me “rompen” no. Disfruto el partido, las cosas del básquet.
- Hace unos años veías a Victoriano en la Selección, a Leo Gutiérrez también. Y hace poco lo enfrentaste a uno y con el otro compartís equipo.
- Trato de no pensar mucho en eso porque sino tendría que pedirles autógrafos. Y también pensar que Sergio viene de dirigir a Ginóbili y está dirigiendo a ¡Campazzo! Nada que ver. Esas cosas hay que aprovecharlas al máximo. El peso que tienen es increíble, los respeto muchísimo.
- ¿Algunos rivales te han “maltratado” verbalmente?
- Y… varios me han dicho que soy insoportable. “!Pendejo insoportable!” (risas). “Tita” (Fernando Titarelli) me dijo que pare un poco porque lo corrí por todos lados.
- A la hora de ver las futuras camadas de la Selección, uno empieza a ver Juveniles y vos sos uno de los que más calidad parece tener. ¿Te ves con la camiseta de Argentina en un futuro?
- Es un sueño para mí. Como el de todo chico. Es cuestión de esperar y seguir entrenando a full para demostrarle al técnico que podés estar.
- No hay en tu puesto jugadores “fijos”. Da la sensación de que no vas a tener bases de mucha jerarquía por delante como puede haber pasado en épocas anteriores.
- Puede ser. Pero yo no quiero decir mucho. Es un sueño estar ahí y ojala se da. Y sino, voy a seguir entrenando. El base que esté, será por algo y porque se rompió el “traste” para jugar ahí.
Foto: Majo Gil (mjgil@pickandroll.net)
Por Bernardo Rolón y Ricardo Juan – Diario El Atlántico
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we lo vi jugar en mi ciudad estos dias con la seleccion de cordoba U19 la verdad UN GENIO FELICIDADES CAMPEON :)
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